Fecha: 18 de septiembre de 2013 – Actualizado: 18 de septiembre de 2013
¿Sabéis que “sexo” es la palabra más buscada en Google? Millones de búsquedas diarias avalan el interés del ser humano por el sexo en todas sus vertientes. Aunque la que aquí nos interesa conocer es la que lleva a hombres y a mujeres a pagar porque alguien les de placer sexual. Y buscando buscando, nos hemos encontrado un escenario completamente diferente a aquel de siempre donde los hombres pedían y pagaban y las mujeres se vendían, cobraban y se iban.
¿tú pagarías por él?
Por Maika Cano
Que los hombres han querido sexo desde que el mundo es mundo no es algo nuevo. Que cuando lo han querido y no han podido tenerlo han pagado por él, también. Hoy, sin embargo, algunas cosas están cambiando: cada vez más mujeres quieren y pagan por lo mismo que han hecho los hombres toda la vida y cada vez son más los hombres que ejercen el oficio más antiguo del mundo. ¿Buscamos siempre algo más, algo diferente? ¿O es que estamos en un territorio sin fronteras?
Prostitutas y hombres han sido sin lugar a dudas los protagonistas absolutos durante siglos del sexo pagado. Entre las razones, el abanico es de lo más variado: un ADN masculino esencialmente sexual y manipulador de voluntades, la búsqueda del placer inmediato, tener sexo aunque no se tenga pareja, tener sexo sin compromiso, tener el sexo y las fantasías que la pareja no ofrece o por represión, reafirmación, dominación, ciertos trastornos sexuales…
En el caso de las mujeres, sin embargo, su papel ha sido siempre el de ofrecer el cuerpo a comprar, muy pocas veces el de receptoras del placer, y mucho menos el de haber pagado para conseguirlo. A ellas ni debía gustarles el sexo, ni debían pedirlo salvo para reproducirse. Hoy día, sin embargo, las mujeres no solo quieren sexo, sino que lo piden, lo disfrutan y hasta lo pagan. El derecho a la satisfacción sexual es solo uno más de los que se derivan de una evolución natural donde destaca una independencia económica que para las mujeres ha supuesto poder elegir no casarse, poder elegir tener sexo, y poder hacerlo a solas, en pareja o fuera de ella. En cuanto a pagarlo, los porcentajes aún son ínfimos por consideraciones de diversa índole: pueden conseguirlo fácilmente sin pagarlo; las críticas y prejuicios pesan mucho; y el “aquí te pillo aquí te mato” y unos billetes de euros de por medio con el gigoló de turno no van mucho con el sexo romántico que quieren ellas.
Ellos quieren siempre, y más, y diferente…
Del latín prostituire, que significa comerciar, traficar o exhibir para la venta, prostitución es ofrecer el cuerpo para fines sexuales, a cambio de dinero u otros bienes o servicios. En nuestro país la oferta actual de sexo de pago para hombres y mujeres es infinita y variada. Producto de una mayor demanda, siguen siendo millones las mujeres que ofrecen su cuerpo para todo tipo de encuentros sexuales y los hombres los que las pagan. El hombre sigue estando ávido de sexo, de todo tipo, rápido, morboso y sin complicaciones. Además de los servicios de toda la vida, la oferta se enriquece con tríos y lésbicos, especialidades como las sumisas o gemelas, o las cada vez más de moda experiencias en sado o maso. Hombres que pagan por mirar mientras su pareja lo hace con una prostituta o un escort, o encuentros pagados con travestis o transexuales se añaden a una lista interminable donde no hay límites.
En España, algunas cifras hablan de que cuatro hombres de cada diez pagan por sexo. En relación con las mujeres ni existen cifras ni es posible que existan nunca porque el secretismo, los prejuicios y muchos intercambios privados no dejan ningún rastro.
Despertares
En el caso de las mujeres, la pregunta que se plantean muchas personas es por qué si hoy en día es tan fácil tener sexo para ellas, ¿por qué algunas lo pagan?
Hay quienes alegan que porque no tienen tiempo para una relación, o tienen una relación pero el sexo no es satisfactorio dentro de ella, o porque quieren cumplir algunas fantasías, como acostarse con una mujer o hacer un trío con dos hombres. Quizás, y precisamente, porque las cifras son muy bajas, es más difícil explicar las razones. Pero el sexo pagado por mujeres existe, es real y es una opción más. Que de eso se trata.
Las fiestas y despedidas de soltera despertaron en las mujeres un mundo sensual y provocativo en el que sin tener una idea preconcebida de pagar por sexo, empezaron a contemplar la posibilidad de hacerlo con alguien extraño y que no fuera su pareja. Pagar por ver y desahogarse gritándole a un hombre que nada tiene que ver con el que se han dejado en casa, pone de manifiesto cierto paralelismo con lo que han hecho los hombres toda la vida: buscar fuera lo que no se tiene dentro. Unos cuerpos espectaculares, con aparentes dotes escondidas, y esos bailes semidesnudos es un inocente juego que para muchas se queda ahí pero para otras tantas es la semilla de todo un mundo lúbrico por descubrir. De hecho, muchos de estos strippers ofrecen algo más a las desinhibidas asistentes de sus espectáculos que quieren ir un poco más lejos.
Antes de los strippers de las fiestas de solteras, los gigolós de playa vienen dando desde hace tiempo más de una alegría a quienes han podido pagarlos, aunque actualmente tienen que competir con toda una corte de acompañantes sexuales que amparados bajo profesiones como masajistas, guías espirituales, profesores de baile o esos strippers ofrecen todo tipo de favores sexuales en una oferta que muchos duplican con la constante y creciente demanda del mercado homosexual.
Tras strippers y gigolós, cuando va subiendo el nivel de iniciativas femeninas en pos del placer sexual, pocas son las que se atreven a salir a la calle para contactar con muchos jóvenes latinoamericanos, de países del Este o del Magreb y el África Subsahariana que ofrecen cuerpos y servicios por poco dinero. La opción mayoritaria es Internet, donde la oferta se extiende entre páginas de porno y de contactos o pago por visión, entre otras muchas.
Los escorts: algo más que pasar solo un buen rato
La mayor y sofisticada evolución del mercado del sexo de pago ha tenido lugar con la irrupción y aparición de los llamados escorts, acompañantes para todas aquellas personas que no quieren un encuentro sexual rápido y sórdido con cualquiera, sino que quieren sexo pero también compañía, conversación y un buen físico para disfrutar y enseñar a los demás.
Los clientes de los escorts suelen ser personas con cierta posición económica cuyos caprichos sexuales no están condicionados al pago de ninguna hipoteca. En los escorts masculinos y dada la naturaleza emocional y sexual femenina, las mujeres buscan seducción, atenciones, mimos, halagos, cumplir fantasías y caprichos sexuales, probar la desinhibición más absoluta, y como no, también compañía para unas vacaciones. El éxito de un escort de mujeres es precisamente que ellas repitan porque han encontrado en él mucho de lo que estaban buscando, y no estamos hablando precisamente de sexo puro y duro. Las dosis de cariño y romanticismo se pagan bien y muchos de los más cotizados es porque saben escuchar y ser la mejor compañía en una tarde de compras. Tampoco hay que olvidar que en el trasfondo de todo se busca un sexo de calidad que muchas mujeres no encuentran fácilmente en la calle o en sus parejas.
Los hombres, sin embargo, utilizan mucho los servicios de escorts femeninos para hacerse acompañar en viajes de trabajo, eventos sociales y, en general, en lugares de ver y ser visto en los que pocos pueden sospechar que la preciosa chica que acapara numerosas miradas está cobrando por sonreír tanto.
Los escorts se pueden contratar por horas, noches, días o para fiestas, cenas o viajes de trabajo. A veces los clientes son una pareja que quiere hacer un trío o una persona que quiere mirar mientras su pareja tiene relaciones con el escort.
Los escorts deben tener un aspecto sano y bien cuidado. Entre los escorts femeninos es muy determinante un físico impecable, porque se suele hacer mucha exhibición social. Entre los escorts masculinos los que mejor se cotizan suelen tener estudios, son educados, buenos conversadores, pacientes, cariñosos y comprensivos. En general, para este tipo de acompañantes sexuales es preferible un buen físico y una buena conversación que un cuerpo espectacular y pocas dotes sociales.
Los precios varían según el tiempo, si incluye viajes, y cómo sea la cotización del escort en cuestión. Las tarifas de los autónomos son libres; por agencia, los servicios suelen estar entre los 5.000 euros la noche y más de 7.000 si es un día con noche, los casi 9.000 euros para un fin de semana o los 25.000 euros en adelante para más de una semana. Algunos extras que se pagan aparte de los gastos en los viajes son en ropa, gimnasio y algunos caprichos. Los ocasionales tienen tarifas muy variables porque se mueven según la demanda y sus necesidades personales de conseguir dinero rápido durante un tiempo.
Internet se ha convertido en el centro neurálgico del mercado del sexo con compañía, y del sexo de pago en general, ya que ofrece promoción y difusión fáciles, y una protección que antes no eran posibles. De forma individual, muchos escorts se anuncian en páginas de internet específicas o bien tienen la suya propia en la que muestran sus fotos, medidas, virtudes sexuales y sociales y formas de contacto. Las agencias, por su parte, también utilizan internet como plataforma de anuncio y en sus webs cuelgan fotos y precios de los candidatos. La seguridad y calidad del servicio que ofrecen es apreciada por los que suelen ser clientes asiduos de este tipo de servicios. Los escorts de agencia suelen ser más profesionales, están inscritos en varias de ellas para poder rentabilizar su tiempo y generar más ingresos, y suelen tener clientes fijos con los que han establecido una “relación”.
Algunas agencias de acompañantes muy exclusivas tienen sofisticadas ofertas de escorts que cubren toda España y escenarios que van desde hoteles de lujo, a yates, o en casas de campo. Si se quieren contratar los escorts para viajes, existen unos requisitos mínimos de 24 horas con antelación para viajes por España o de 48 horas si es para el extranjero.
Turismo sexual: paraísos calientes para la clase media
Para las cuentas corrientes de la clase media, el turismo sexual es hoy día la vía de escape para conseguir placer sexual sin la presión de los prejuicios sociales y morales que les rodean en su tierra natal. Los primeros en practicarlo también fueron los hombres aunque cada vez más mujeres organizan sus vacaciones para desplazarse a esos destinos en los que van a poder disfrutar de algo más que la gastronomía local.
Para hacer este tipo de turismo o nos desplazamos a las numerosas playas de nuestro país, o tendríamos que sacar billetes de avión para Italia, Grecia, Turquía y Marruecos, cruzar el Atlántico para ir a República Dominicana, Ecuador, Costa Rica o Cuba, o ya gastarnos un poco más para ir a Bali, Indonesia, Tailandia o Kenia. Una vez en el destino elegido, la oferta se encuentra en las playas, la calle o en zonas específicas que se conocen por el boca a boca. A los hombres, sobre todo, también se les puede contratar en agencias u hoteles donde se ofertan como” guías turísticos” o “instructores de baile”.
El turismo sexual tiene lugar en países que suelen ser destinos turísticos, con buen tiempo, muchas playas, donde la vida está en la calle, y donde todo se compra y se vende en ella. Con precios muy inferiores a los de los encuentros en las grandes capitales del mundo, la oferta viene de mano de las clases más desfavorecidas. Sus clientes son hombres de clase media y baja, y mujeres de todas las edades, aunque predomina una edad media, que han trabajado toda su vida, tienen ingresos y ahorros, y ahora quieren darse un capricho y tener sexo, rápido y en cantidad ellos, y con algo de romance para ellas. Hay estudios que hablan perfiles con cierta frustración en su vida familiar, inclinaciones sexuales que no han podido consumar en sus países y una cuenta corriente modesta pero que no ha parado de crecer en muchos años de profesión.
Ellas pagan juventud, un buen físico y una buena dotación sexual, pero también les importa la personalidad, la experiencia y la posibilidad de probar cosas nuevas. Ellos siguen buscando una vez más encuentros sexuales rápidos y morbosos, y sobre todo, la cantidad por encima de la calidad.
Los precios varían porque no es un mercado ni muy oficial ni muy transparente pero por oferta, servicios y seguridad los de las agencias y hoteles son bastante superiores a los de la calle. Por destinos, el sur de Europa siempre será más caro que Bali o República Dominicana. Igualmente, el dinero a pagar se sustituye muchas veces o es complementado por ropa o aparatos electrónicos.
Esposas por catálogo: desde Rusia con amor
Por último, y rizando el rizo, las esposas que llegan de lejanos países para hacer felices a muchos españoles, son difíciles de encasillar en todo este mercado de sexo por euros. Aquí, los fines matrimoniales no deberían enmascarar el hecho de que estas mujeres cobren por unirse a unos hombres que buscan sexo con continuidad y que a cambio no les importa atarse con un anillo en el dedo.
Geográficamente, los países del Este se han convertido en verdaderas agencias matrimoniales de las que muchos vuelven con esposa para toda la vida. El pelo rubio y sexy, inocentes ojos azules, caritas de ángel, mucha dulzura y la predisposición al matrimonio y a tener hijos, son la mejor carta de presentación para toda una oferta de chicas del Este, principalmente rusas y ucranianas, que han profesionalizado la oferta a través de numerosas agencias cuyo principal escaparate es internet. En múltiples web podemos encontrar extensos catálogos en los que todas ellas se muestran y ofrecen bajo el cartel “para lucir y disfrutar”. Y para muchos hombres, eso es más que suficiente. El tiempo dirá si alguna de estas historias acaba en amor; otras muchas serán casi seguro matrimonios de interés con fecha de caducidad.
Las chicas se ofrecen en catálogos con unas 200 fotos que cuestan alrededor de unos 100 euros. Para tener las direcciones de las chicas elegidas hay que pagar unos 50 euros por cada dirección; a partir de ahí se establece el contacto y se comienza una relación vía carta o email. Cuando todo se va concretando los viajes organizados para conocer a las posibles novias suelen ser de 3 o 4 días, costar unos 2.000 euros con el vuelo incluido, y generar gastos aparte de las comidas y los transportes. Las entrevistas se conciertan en un día o dos muy intensos, tras los cuales se visitan lugares turísticos y restaurantes con las afortunadas que han demostrado que el amor online empieza a ser real.
Algunas curiosidades
•En Babilonia, en el tercer milenio antes de Cristo, todas las mujeres tenían la obligación, al menos una vez en su vida, de acudir al santuario de Militta (la Afrodita griega) para practicar sexo con un extranjero como muestra de hospitalidad y a cambio de un pago simbólico.
•En la Grecia Clásica, la prostitución era practicada tanto por mujeres como por hombres jóvenes.
•En la Roma Clásica, algunos prostitutos masculinos esperaban en las esquinas de los baños a mujeres que solicitaran sus servicios, situación que les rebajaba a un estatus legal similar al de gladiadores y prostitutas. Que un hombre pudiera practicar cunnilingus a una mujer se consideraba más degradante que ser penetrado por otro hombre.
•En China, la Corte de la ciudad de Foshan, provincia de Guangdong, aprobó no hace mucho una normativa que legalizaba el masaje con final feliz, lo que se considera anecdótico en un país donde la prostitución está prohibida desde 1949. Ya no son ilegales por tanto ni la masturbación, ni el “masaje con senos”, ya que no están considerados como un acto sexual, y por lo tanto, tampoco como prostitución.
•Según algunas encuestas una tercera parte de los adultos que ven pornografía online son mujeres.