Fecha: 8 de septiembre de 2019 – Actualizado: 8 de septiembre de 2019
Anento se sitúa al sur de la provincia de Zaragoza, limita con Teruel y pertenece a la Comarca del Campo de Daroca. Perderse entre sus calles es descubrir la belleza de un pueblo que acaba de ser calificado como uno de los más bonitos de España.
DONDE SE JUNTAN HISTORIA Y NATURALEZA
Texto e imágenes cedidos por la Oficina de Turismo del Ayuntamiento de Anento
Geográficamente se sitúa en el Valle del Jiloca, bajo el balcón estepario del Campo de Romanos, a 929 metros de altitud sobre el nivel del mar.
A tan solo 5 km cruza la Autovía Mudéjar (A-23), que recorre de norte a sur la comunidad Aragonesa hasta llegar al Mediterráneo.
Anento es uno de los 106 lugares que tuvo la Comunidad de Daroca hasta 1834, en que se disuelve esta entidad jurídico-política, fundada en el siglo XII por el conde de Barcelona, que comprendía diez villas y la ciudad de Daroca; por tanto 117 núcleos de población. Además Anento estaba agrupado a la Sesma de Gallocanta.
El dato más antiguo sobre su existencia es de 1357. En este año Anento sólo era una aldea que incendiaron los castellanos para tomar el castillo. Pese a ello, no lograron conquistarlo. Más tarde, en 1363 sirvió de refugio contra nuevos ataques.
La colección diplomática del Archivo de la Corona de Aragón de Barcelona conserva dos documentos de 1382 y 1399, en los cuales los reyes Juan I, entonces príncipe heredero, y Martín el Humano, conceden diferentes mercedes a los habitantes de Anento.
HISTORIA ARQUITECTÓNICA
Como principales monumentos destacan el castillo y la iglesia.
Del castillo, fundado por la Comunidad y regido por ésta, queda en pie la muralla principal con dos torres gemelas, además de los restos de otras. Sirvió de resistencia contra los soldados castellanos de Pedro el Cruel, en las acciones de los años 1360 y 1361. El castillo de Anento se sabe que existía en 1357, cuando la aldea fue quemada por los castellanos, pero sin conquistar aquel, y que sirvió de refugio y resistencia contra otros ataques de los soldados castellanos de Pedro el Cruel.
Ocupa un tozal de tierra rojiza en un bello paraje de pinares, pero las tormentas lo erosionaron y han acarreado el desplome del recinto, excepto el lado oriental, flanqueado por un foso que también sirve para desviar las aguas de lluvia.
El frente oriental conservado es de traza recta, de unos 30 m de longitud, siendo de sólida fábrica de sillares de base y mampostería muy bien rejuntada en el resto, con varias almenas con remate piramidal y saeteras en la muralla. Hay dos torres gemelas, y restos de una tercera, rectangulares de 6 x 5 metros, en cuyo interior hay interesantes bóvedas de cañón apuntado. Entre ambas está la puerta, semicircular, a la que se accedería por un puente levadizo sobre el foso. Es uno de los castillos menores más interesantes y puede ser de mediados del siglo XIV.
La iglesia de San Blas es una construcción románica del siglo XIII, más tarde se añadiría el pórtico y entrada gótica, por tanto del siglo XIV. La torre de piedra adosada a la iglesia parece ser obra del siglo XV.
En el interior de la iglesia se encuentran tres retablos góticos, destacando el retablo mayor realizado por el Maestro Blasco de Grañén en fechas cercanas a 1420. El coro y el púlpito están cubiertos de yesería mudéjar de finales del siglo XV. Además tras el retablo se esconde un conjunto de frescos tardorrománicos o protogóticos fechados en el siglo XIV, encontrados en sus paredes hacia 1989. El interior consta de una sola nave rectangular de nueve tramos separados por arcos diafragma apuntados que cargan sobre pilastras sencillas y cubiertos con bóveda de cañón apuntado.
En el lado del evangelio, está la sacristía que es una sala cuadrangular cubierta con cañón apuntado en el mismo sentido que la nave de la iglesia, con arco fajón intermedio que apea sobre ménsulas.
CALLES CON ENCANTO
Anento presenta un interesante urbanismo en cuesta con estrechas callejas y abundancia de replacetas: algunas casas muestran portadas de arco apuntado, correspondientes al siglo XV.
A principios del siglo XX, la principal base económica era el trabajo en el campo complementado por la ganadería y el comercio. Respecto a la propiedad de la tierra aparece en el 1414 como perteneciente a la Comunidad. En 1609 es del arzobispo y por fin, de realengo perteneciente a la Comunidad en 1783.
En su evolución cabe destacar el enorme desarrollo demográfico que este pueblo ha tenido en los último 20 años del siglo XX, ya que de quedarse casi totalmente vacío, ha pasado a tener más de 100 habitantes en el censo. Se han instalado incluso empresas, que contribuyen a fijar la población.
En la actualidad, Anento continúa evitando la tendencia a la despoblación rural mejorando los servicios y con proyectos de futuro, aprovechando los beneficios que ofrece el turismo, ya que el pueblo es digno de visitar. El albergue y las casas rurales ofrecen alojamiento, incluso se ha construido una oficina de información turística en la plaza, que incluye una tienda de regalos para poder llevarse un recuerdo.
CUEVAS EN LA MONTAÑA
Casi en la cima de la montaña donde se sitúa el pueblo podemos ver una serie de cuevas, excavadas aprovechando el terreno arcilloso y blando. Se encuentran justo bajo el tozal sobre el que se erige el castillo.
Pudieron ser almacenes de grano para tiempos de asedio (en una de ellas podemos ver una especie de cuenco) o tal vez para alojar a los animales, ya que se encuentran tallados unas especies de pesebres en las paredes de varias cuevas. Aunque también podían ser utilizadas como refugio, ante tormentas, nevadas o el frío.
Hoy en día su acceso es más complicado, se realiza por un terreno escarpado, antiguamente podría haber un sendero que con el tiempo se ha desgastado hasta desaparecer, pero igualmente, ofrece unas maravillosas vistas sobre el pueblo y el valle del Aguallueve.
El Aguallueve es un manantial que cae continuamente en forma de gotas de agua, creando un espectacular relieve, con paredes de piedra y musgo, y pequeñas grutas escondidas en su interior.
Genera un bonito valle rebosante de naturaleza, que puede recorrerse a través de sendas y caminos rodeados de árboles y arbustos, como pinos, chopos, zarzamoras… y animales autóctonos, como el mirlo, el cuco, el corzo…; y en el que existe un gran contraste del verde de la naturaleza con los colores rojizos, de la arena arcillosa en la que se forman impresionantes cárcavas, y el gris, de la piedra caliza del alto del aguallueve.
El agua se recoge en una balsa que después se canaliza para el riego de campos y huertos.