Fecha: 14 de octubre de 2024 – Actualizado: 14 de octubre de 2024
A finales del siglo XIX, las comidas eran abundantes y ricas en grasas, incluyendo el desayuno. A esto se sumaba el auge de los trabajos más sedentarios, lo que resultaba en una alta incidencia de problemas digestivos.
Fotos: Pexels, Pixabay – Textos: Evasión
Y es que la sociedad estaba experimentando una transformación en sus hábitos y estilo de vida, y con ello, surgían nuevos retos en términos de salud y bienestar que algunos se empeñaban en resolver.
La visión de los Hermanos Kellogg
Ahí entraron en juego John H. y William K. Kellogg, que, conscientes de estos problemas, se propusieron encontrar una solución que mejorara la alimentación diaria.
Ambos hermanos compartían una visión innovadora y tenían una clara meta: crear un alimento que no solo fuera nutritivo, sino también fácil de digerir y agradable al paladar.
En esta búsqueda reconocieron rápidamente el potencial de los cereales para mejorar la alimentación, haciéndola más sana y ligera. Con este objetivo en mente, se embarcaron en un viaje de investigación y experimentación que cambiaría el desayuno para siempre.
La búsqueda del alimento perfecto no fue fácil
Los primeros intentos de los Kellogg se centraron en desarrollar un grano de trigo hervido que pasaban por rodillos y raspaban con cinceles para obtener una textura adecuada.
Sin embargo, este primer experimento no tuvo buena aceptación. El sabor no era agradable, y el público no lo veía como una alternativa viable a los desayunos tradicionales de la época. A pesar del desánimo inicial, los hermanos Kellogg no se dieron por vencidos y continuaron con su trabajo.
La perseverancia de los Kellogg fue clave. Se encerraron en su laboratorio y realizaron innumerables pruebas con diferentes cereales, incluso experimentando con soja. Un día, mientras trabajaban, un error fortuito en el laboratorio del sanatorio de Battle Creek en Michigan los llevó a un descubrimiento crucial.
Habían dejado trigo cocido en los rodillos, y al regresar, decidieron no desecharlo. En su lugar, lo pasaron nuevamente por los rodillos y se sorprendieron al ver que el trigo se transformaba en copos grandes y finos.
Inmediatamente después de este descubrimiento, los hermanos tostaron los copos en el horno. Al retirarlos, encontraron que eran ligeros y crujientes. Sin saberlo, habían creado los primeros copos de cereales.
Este proceso, que involucraba dejar reposar el trigo cocido para equilibrar la humedad de cada grano, sigue siendo una parte esencial en la producción de cereales hoy en día.
El nacimiento de los Corn Flakes
Corría el año 1898 y los hermanos Kellogg ya habían desarrollado el primer copo de maíz de la historia. El siguiente paso fue encontrar un nombre comercial adecuado para estos crujientes copos de trigo. Tras algunas deliberaciones, decidieron que se conocerían como los Corn Flakes de Kellogg’s. No solo habían inventado un nuevo alimento, sino que también se dieron cuenta de la importancia de su descubrimiento. Comenzaron a pensar en las grandes oportunidades que les ofrecerían los alimentos a base de cereales.
Fue así como W.K. Kellogg decidió abandonar el sanatorio de Battle Creek en 1906 para fundar la Battle Creek Toasted Corn Flake Company, que con el tiempo se convertiría en Kellogg’s Company. Esta empresa se fundó sobre la premisa de continuar el trabajo de los hermanos Kellogg y promover los principios de una buena salud, proporcionando alimentos nutritivos. Estos ideales han sido la base del desarrollo mundial de la empresa que hoy conocemos.
Expansión y éxito internacional
Con el éxito inicial en Estados Unidos, la compañía decidió expandirse internacionalmente. La primera parada fue Londres, Ontario, Canadá, seguido por el Reino Unido y Australia. En 1916, W.K. Kellogg lanzó al mercado una nueva variación: Kellogg’s All Bran.
Durante las siguientes décadas, la empresa continuó innovando y lanzando nuevos productos e incluso inauguró plantas de fabricación en lugares tan diversos como Sudáfrica, Dinamarca y Japón.
Además de su éxito comercial, los hermanos Kellogg crearon la Fundación Kellogg, una de las mayores fundaciones privadas del mundo en términos de fondos de subvenciones anuales y de producción total. La Fundación Kellogg se dedica a evaluar y analizar programas y propuestas en campos como la salud, la educación y la agricultura. Algunas de sus prioridades incluyen la juventud, los servicios sanitarios comunitarios, el sistema de alimentación, el desarrollo de zonas rurales y el desarrollo económico.
Kellogg’s en España
En 1978, Kellogg’s se estableció en España bajo el nombre Kellogg España S.A. Sin embargo, ya en 1977, la compañía había comenzado sus actividades bajo el nombre de Kellogg Figueras, S.A. En junio de ese mismo año, la planta en Valls, Tarragona, superó el millón de ventas anuales. Este éxito temprano fue un indicio de la creciente popularidad de los productos Kellogg’s en el mercado español.
A lo largo de los años, Kellogg’s ha continuado innovando y adaptándose a las necesidades y gustos cambiantes de los consumidores. La empresa ha desarrollado una amplia gama de productos, desde cereales tradicionales hasta opciones más saludables y especializadas. Cada nuevo producto refleja el compromiso de Kellogg’s con la calidad y la nutrición, manteniendo los altos estándares establecidos por sus fundadores.
Kellogg’s: un legado que perdura
Hoy en día, Kellogg’s sigue siendo un nombre reconocido mundialmente, conocido por sus cereales y su compromiso con la salud y el bienestar. Los valores y principios que W.K. Kellogg promovió hace más de 100 años siguen siendo el núcleo de la compañía. Presente en más de 180 países, Kellogg’s continúa siendo un líder en la industria de alimentos, recordándonos que a veces, los mayores descubrimientos vienen de los lugares más inesperados.
En definitiva, la historia de Kellogg’s es un testimonio de la innovación, la perseverancia y el compromiso con la salud y la nutrición. Desde sus humildes comienzos en un laboratorio hasta convertirse en una marca global, los hermanos Kellogg han dejado un legado duradero. Sus productos no solo han cambiado la forma en que desayunamos, sino que también han contribuido a una mejor salud y bienestar en todo el mundo. Con un enfoque continuo en la calidad y la innovación, Kellogg’s está preparado para seguir siendo un líder en la industria alimentaria durante muchos años más.