Fecha: 24 de enero de 2024 – Actualizado: 6 de mayo de 2024
Por Nuria Araguás y A.B.S
Fotos Cedidas Por la Oficina de Turismo de Burdeos y Evasión
Ubicada en el suroeste de Francia, a orillas del río Garona, Burdeos es una ciudad histórica excepcional, mundialmente famosa por sus vinos y viñedos. Con un patrimonio reconocido por la Unesco, complementado por una rica oferta cultural, naturaleza y gastronomía, Burdeos se destaca también por su ambiente relajado, convirtiéndola en un atractivo destino para los amantes del arte, la buena mesa y el enoturismo. Un lugar esencial para añadir a la lista de viajes por su cercanía y conexión.
Nouvelle-Aquitaine o Nueva Aquitania es la región más extensa de Francia, abarca una buena parte de la costa suroeste. Caracterizada por la diversidad de paisajes, sorprendente naturaleza, ciudades dinámicas, playas míticas, vastos espacios abiertos y una rica gastronomía, la región ofrece un mundo por descubrir independientemente del estilo de vacaciones que busques.
En nuestro viaje de siete días, exploramos una pequeña parte de esta hospitalaria y amable región, comenzando por su joya y capital, Burdeos. Aquí disfrutamos tres días completos, dejando los cuatro restantes al Valle del Dordoña, que será el foco de nuestro próximo artículo.
Llegamos a Burdeos en vehículo propio desde Madrid después de cinco horas por una cómoda autovía, hospedándonos en el llamado “Triángulo de Oro de Burdeos”, concretamente en el HOTEL KONTI, una casa de huéspedes con un estilo singular, que mezcla un diseño sofisticado y detalles eclécticos de época. A pesar de la necesidad de parking público, la ubicación es excelente, pues no volveríamos a utilizar el vehículo, y el hotel ofrece descuento por este servicio.
El centro histórico de Burdeos es un conjunto de arquitectura clásica y neoclásica bien conservada, es el resultado en parte del proyecto urbano de revalorización del patrimonio iniciado en 1996. Este proyecto incluyó la restauración de las fachadas de piedra caliza rubia, la ordenación de los muelles del sinuoso río Garona, la implantación del tranvía y la creación de amplios espacios urbanos, clasificando la ciudad como una de las más bellas de Francia.
Creemos que un viaje bien organizado es más provechoso, por lo que visitamos la Oficina de Turismo ubicada en 12 cours Juillet, el lugar ideal para consultar y organizar itinerarios por la ciudad y alrededores. Allí descubrimos experiencias como catas en chateaux, cruceros por el Garona y asesoramiento en varios idiomas. Los mapas como el de “Burdeos por barrios” resultan muy prácticos al igual que la tarjeta City Pass, que dependiendo de las preferencias, puede ser muy interesante. Para más información consulta www.burdeos-turismo.es.
El centro urbano de Burdeos se visita a pie, en tranvía o en bici, siempre con el río Garona como referencia. La ciudad es cómoda y el trazado de los tranvías es simple y facilita el acceso a los distintos puntos de interés.
El Viejo Burdeos, conocido como Barrio de Saint-Pierre, alberga un conjunto arquitectónico enriquecedor. Destacan el majestuoso Gran Teatro, con un impresionante pórtico de columnas coronado con doce estatuas, y las monumentales fachadas del s.XVIII del Palacio de la Bolsa, verdaderas obras maestras de la ciudad. Además es un paraíso gastronómico con sus plazas y callejuelas peatonales, repletas de restaurantes de primer orden, bodegas y tiendas de delicatesen. Frente al Palacio de la Bolsa, se encuentra el célebre Espejo del Agua, una espectacular obra del arquitecto paisajista Michel Corajoud, que sobre una gran piscina de dos centímetros, consigue efectos de reflejo y bruma de la colosal plaza. De noche, iluminadas, las fachadas aparecen sobre el agua convirtiéndolo en un lugar mágico. Además es muy apreciado por los niños, por los juegos que suscita, sobre todo con el buen tiempo. Tan acertado emplazamiento en el paseo del río, ofrece espectaculares panorámicas del emblemático y primer puente sobre el Garona, el Puente de Piedra de Burdeos que une las dos orillas. Un monumento histórico, construido por orden de Napoleón I entre 1810 y 1822 que consta de 17 arcos, tantos como letras tiene el nombre de Napoleón Bonaparte.
La puerta de Cailhau, es otro de los emblemas de la ciudad, un portón defensivo medieval que ofrece a vistas impresionantes de los muelles, el puente de piedra y los tejados de Burdeos a 35 metros de altura. Acoge una exposición que presenta herramientas y materiales utilizados en la construcción de Burdeos, así como un montaje audiovisual basado en antiguas películas que sumerge al visitante en el mundo de los canteros.
La Grosse Cloche, o “gran campana”, es uno de los campanarios más antiguos de Francia, único vestigio de las antiguas murallas, cuyas campanas han marcado la vida de los bordeleses desde el siglo XIII. La campana conocida como Armande-Louise fundida en 1775, pesa 7,8 toneladas y suena en contadas ocasiones para anunciar eventos importantes. Las torres que la custodian, se utilizaron como prisión para los delincuentes menores.
Tras la obra de peatonalización, la Plaza Pey-Berland, apodada el pequeño París, por imitación arquitectónica, se ha convertido en el espacio público más importante de la capital de Aquitania. Esta amplia zona alberga El Palacio Rohan, actual sede del Ayuntamiento desde 1837 y anteriormente residencia real y La Catedral de San Andrés, que se erige imponente en la explanada. Construida en los s.XII y XVI ha sido escenario de bodas históricas como la de Leonor de Aquitania y Luis VII en 1137, o la de Luis XIII y Ana de Austria en 1615. La Torre Pey-Berland, el campanario de la catedral, está curiosamente separada a pocos metros por razones arquitectónicas relacionadas con el peso de las campanas, y ofrece unas vistas excepcionales tras ascender sus 229 escalones.
En la Catedral de Saint- André se ofrece una experiencia multisensorial llamada LUMINISCENCE, un espectáculo visual y musical que revela los secretos de la Catedral, destacando la destreza arquitectónica, sus hechizantes efectos de iluminación y extraordinaria acústica. Las poderosas voces de los coristas resuenan en el espacio sagrado mientras sus muros se iluminan y transforman como por arte de magia. Las proyecciones exaltan las cualidades arquitectónicas, alcanzando las esbeltas bóvedas de más de 20 metros de altura. Es un viaje fascinante a través del tiempo y de la historia de la Catedral.
Burdeos presenta una efervescencia cultural asombrosa y creativa, donde se respira calma y calidad de vida. Es una ciudad que ha sabido asociar dinamismo y tranquilidad, aportando también por un turismo responsable. Favorece la movilidad en bicicleta, el tranvía o el autobús eléctrico y muchos restaurantes están comprometidos con este enfoque. La ciudad promueve las tiendas de segunda mano, puntos de recarga de botellas de agua y alojamientos eco-responsable. Sorprende, por ejemplo, descubrir tramos de vías de tranvía donde se ha plantado hierba. Un detalle que no pasa desapercibido para los turistas.
Exploramos el Barrio de “Grands Hommes” haciendo una parada en la Place du Chapelet, que nos parece que tiene un encanto especial. Aquí se encuentra la Iglesia de Notre Dame, junto a la cual se alza una elegante estatua de bronce del reconocido pintor español, D. Francisco de Goya, un homenaje y regalo de la ciudad de Madrid. Goya, obligado a huir del reino de España con otros tantos liberales durante el reinado de Fernando VII vivió en Burdeos desde 1824 hasta su muerte en 1828. Fue enterrado en el cementerio de la Grande Chartreuse, donde se descubrió la desaparición de su cabeza. Cuando en 1889 una comisión española exhumó el cuerpo para su repatriación, encontraron un esqueleto incompleto. Goya fue decapitado, perdió la cabeza después de su muerte, y no se sabe qué fue de ella. Como era de esperar, la ausencia del cráneo de Goya ha suscitado numerosas teorías que no han dejado de alimentar la leyenda del artista, convirtiéndose en un enigma sin solución. Sus restos se trasladaron a San Antonio de la Florida el 29 de Noviembre de 1919 desde el Cementerio de San Isidro, donde fueron sepultados al traerse de Burdeos, el 11 de Mayo de 1900.
La estatua de bronce rinde homenaje al pintor aragonés y recuerda los tres últimos años de su vida en Burdeos. Junto a la Iglesia de Notre Dame y la Cour Mably, restos de un antiguo monasterio dominicano del s.XIII, esta plaza es uno de tantos bellísimos rincones que alberga la ciudad.
De nuevo, la ribera del Garona nos lleva en un soleado día a la Esplanade des Quinconces, una de las plazas arboladas más grandes, muy cercana a la Oficina de Turismo. Presenta dos grandes columnas y el Monumento a los Girondinos, un homenaje a las víctimas del terror en la Revolución Francesa. El conjunto de fuentes y esculturas de bronce es impresionante, en el medio, en la cúspide de la gran columna de 41 metros, una estatua de la libertad se libera de sus cadenas.
Cenamos en la Brasserie Maillard, un acogedor restaurante donde encontramos mucha gente local y en el que degustar platos tradicionales y caseros. Los postres son particularmente deliciosos y el lugar es altamente recomendable.
El segundo día, tomamos una bicicleta pública y nos dirigimos por el carril bici que discurre a lo largo del Garona hasta el Mercado de los Chartrons situado sobre los muelles. Aunque Burdeos alberga en sus calles y plazas otros mercados, preferimos este por ser al aire libre y además de exponer una multitud de productos, permite tomar algo mientras contemplas el río más famoso del suroeste francés. Es el lugar ideal para degustar especialidades de la región y las ostras. A lo lejos se divisa el esplendoroso y original edificio de la Cité du Vin, el Museo Internacional del Vino y el moderno puente levadizo Jacques Chaban-Delmas, llamado así en honor a un exalcalde. El barrio de los Chartrons, situado en las calles interiores, era el antiguo feudo de los comerciantes de vino y se ha convertido en centro de los anticuarios y las tiendas de diseño. Lo recorrimos pedaleando por sus encantadoras calles de balcones de flores y coquetas tiendecitas.
El paseo por los muelles, ya sea caminando o en bicicleta, es el más popular entre los habitantes de Burdeos y son muchas las áreas para disfrutar de diferentes espacios entre zonas verdes, cafeterías y parques infantiles. Sentarse en alguna de las terrazas y simplemente observar la vida pasar es una experiencia en si misma.
LA CITÉ DU VIN
La Cité du Vin es un lugar cultural único en el mundo que trasmite otra perspectiva diferente del vino, contando la historia y riqueza de su cultivo mediante una presentación inmersiva y sensorial. El edificio que lo acoge es una obra maestra. En forma de un decantador gigante, la evocadora estructura se eleva en el cielo bordelés deslumbrando desde el exterior y cambiando de tonalidad según la luz del día.
El original museo presenta una increíble y espectacular bodega con 14.000 botellas de más de 70 regiones vinícolas de todas las partes del mundo, salas para la cata y degustación, salón de lectura, un buen restaurante panorámico muy agradable y un mirador. La exposición permanente (situada en la 2ª planta del edificio) abarca más de 3.000 m² con casi 20 áreas temáticas interactivas. La visita dura entre 2 y 3 horas y el recorrido se realiza con un sistema digital de audioguía disponible en 8 idiomas. En la 8ª planta, el Belvédère, es el punto culminante de la visita y una oportunidad única para admirar Burdeos y sus alrededores mientras se degusta una copa de vino o un zumo de uva para los más pequeños.
Un inolvidable viaje alrededor del mundo, a través del tiempo y de distintas culturas. Un paseo por nuestros sentidos…
Además de la exposición permanente, La Cité du Vin ofrece una amplia gama de experiencias y servicios donde elegir la que mejor se adapte a tus deseos. Más información, tarifas y reserva de entradas.
Después de tan extraordinaria experiencia y grato aprendizaje sobre el vino, nos animamos a descubrirlo en un marco de excepción, contratando una visita en la Oficina de Turismo al pueblo de Saint-Emilion, un destacado destino de turismo enológico, situado a 40 minutos. Una visita express que invita a descubrir algo más de las viñas y bodegas de Burdeos.
SAINT EMILION, LA CIUDAD MEDIEVAL
Desde la misma oficina de turismo partimos a las 13.30pm en autobús a Saint Emilion en una excursión que concluiría a las 18.00pm en el mismo lugar.
Saint -Emilion, es una admirable localidad medieval, privilegiadamente ubicada sobre un promontorio rocoso situada en el centro de los famosos viñedos de Burdeos. La majestuosidad de la arquitectura y su paisaje de viñas, junto a la importancia de sus propiedades vinícolas, definen su identidad y belleza.
A medida que nos acercábamos a Saint Emilion, la sucesión interminable de verdes extensiones de viñedos con caserones y bodegas emergiendo de vez en cuando, quedó grabado en nuestra memoria. Perfectamente alineados e impolutos, las viñas exhiben suculentos racimos entre sus hojas, creando un admirable paisaje de postal.
El pueblo lleva el nombre del monje Émilion, que se estableció en una ermita excavada en la roca en el siglo VIII. El monje se dedicó a extraer la roca para construir la ciudad, dejando un entramado de galerías subterráneas, que encierra uno de los grandes iconos del pueblo: la iglesia monolítica del s.XII, esculpida a partir de un solo bloque de roca caliza. La piedra caliza proporciona un suelo excepcional para las viñas de Saint-Emilion, y fueron los monjes los que comenzaron la producción comercial de vino. Los alrededores de la Iglesia ofrecen un espléndido mirador sobre el valle.
Las calles empedradas conducen a pequeñas plazas y entrañables restaurantes que mantienen la decoración y sabores de otra época. A través de un arco antiguo, accedemos a un hermoso claustro que alberga un pintoresco mercadillo de artesanía, un lugar perfecto para perderse, y el mejor escenario para saborear y disfrutar del vino.
Nuestra estancia en Saint- Emilion se nos hizo corta. Quedaron pendientes algunos puntos e indagar en sus tiendecitas de repostería, tabernas y otros apetecibles rincones, así como la oportunidad de alquilar una bicicleta para recorrer los caminos entre viñedos.
Partimos de Saint Emilion hacia una explotación vitivinícola en donde las viñas y las bodegas forman parte de una misma propiedad, concretamente en el Chateau Laniote Saint Emilion, en el que nos recibe el hospitalario anfitrión y su familia. Nos explicaron todo el proceso de elaboración, así como la cata de dos de sus añadas. Una pequeña inmersión en las bodegas bordelesas, y un paseo entre las viñas repletas de jugosos racimos de uvas.
En 1999 y por primera vez, el viñedo fue inscrito al Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, que considera Saint-Emilion como «un ejemplo notable de un paisaje vitícola histórico que ha sobrevivido intacto» y continua activo en la actualidad.
Regresamos a Burdeos y cenamos en un original restaurante llamado Blind, que propone sabores peruanos y una gran selección de vinos de todas las partes del mundo. Martín, peruano afincado en Burdeos, propietario y sommelier, nos hizo sentir como en casa compartiendo sus amplios conocimientos sobre el vino. Una interesante velada de maridaje, en la que probamos vinos de diversos orígenes con cada plato. Una parada obligada para los amantes del buen vino. Como anécdota, y si tenéis suerte, el simpático perrito de Martín “Riskebel” os mostrará sus habilidades, para deleite de niños y mayores.
El tercer día recorrimos las orillas del Garona en bicicleta, descubriendo la orilla derecha del río, un antiguo distrito industrial ahora transformado. Este distrito La Bastide, acoge la antigua estación de tren Gare d’Orléans construida en 1852, ahora convertida en un cine de 17 salas. Cerca de allí se encuentra la Universidad Europea de Administración, el Parque de Berges y el Jardín Botánico, un gran espacio verde y de ocio donde los locales hacen deporte o practican sus hobbies favoritos. Las vistas desde aquí a las fachadas de la Plaza de la Bolsa son impresionantes.
En el Barrio de la Bastide, también se encuentra Darwin, un antiguo cuartel eco-renovado que ahora es un centro sociocultural multifacético, atrayendo desde patinadores y entusiastas del arte callejero, hasta empresarios de la economía verde y aficionados a la música electrónica. Su fundador lo define como un espacio rico, creativo, alternativo, vivo, dinámico e inspirador.
Dentro de Darwin, la atmosfera recuerda a Berlín con su arte callejero y frescos sorprendentes donde el graffiti es el rey. Un poco más adelante, se pueden ver enormes hangares con paredes cubiertas de arte callejero, donde se pueden practicar deportes urbanos. El parque de patinaje cubierto tiene capacidad para 300 patinadores.
Justo delante del skatepark, cruzando el callejón central, puedes dar un paseo en el Bric à Brac Emmaüs. Una cueva de Ali Baba establecida desde 2016 en un edificio de 800 m² donde todo es de segunda mano. También acoge a defensores de la biodiversidad y almuerzos dominicales.
En el corazón de este desierto militar, se han establecido jardines de permacultura y huertos. Una naturaleza preservada que incluso alberga ranas y abejas. Para hacer una pausa, puedes sentarte frente al impresionante Vortex (este gran puente de madera que une los dos edificios del cuartel), y beber una cerveza Darwin producida por los cerveceros Lalune en los Chantiers de la Garonne. Para comer, acércate a el Magasin Général, el restaurante orgánico más grande de Francia.
Es uno de los lugares más visitados de la ciudad en el que siempre hay algo para todos.
Por la tarde visitamos Bassins Des Lumieres, otro de los puntos que habíamos señalado en la agenda. Inaugurado en 2020, Bassins Des Lumieres es el centro de arte digital más grande del mundo instalado en una antigua base submarina, concretamente en las dársenas de esta base vestigio de la II Guerra Mundial.
Esta imponente construcción, que por sí sola se merece una visita, acoge exposiciones que nos sumergen en las obras maestras de los grandes nombres de la historia del arte. Estas exposiciones digitales, diseñadas y adaptadas a la arquitectura de la base submarina, incluyen un viaje inmersivo en la obra de Salvador Dalí y la arquitectura de Antoni Gaudí acompañado por los grandes éxitos de Pink Floyd. Un viaje artístico interactivo, monumental e inmersivo que hay que ver.
La Bordeaux CityPass, disponible en 24, 48 ó 72 horas consecutivas, es un pase ventajoso que incluye : La Cité du Vin, Bassins Des Lumieres, transporte ilimitado (tranvía, autobús, lanzadera fluvial), 15 museos y monumentos, 1 visita a la ciudad y descuentos.
Para aquellos que quieran contemplar panorámicas de Burdeos desde perspectivas únicas, diversas compañías de cruceros fluviales ofrecen tours cortos. Estos permiten realizar fotografías pintorescas de la ribera del río, apreciar su sinuosidad y observar con detalle los puentes de Burdeos. Para los aventureros que prefieran mar abierto, algunos recorridos se extienden más allá del Bec d’Ambès. Esta es otra forma magnífica de descubrir Burdeos y sus alrededores navegando.
Gastronomía
Burdeos es reconocido como uno de los destinos culinarios más apreciados del mundo. La cocina local ofrece tanto delicias marinas como suculentos productos terrestres, tanto en preparaciones tradicionales como en platos de estrellas Michelin. Dentro de la variada oferta gastronómica destacan:
El Magret de Canard: Por su delicioso sabor, es una especialidad inevitable. Se prepara de diversas maneras, siendo la clásica con salsa a base de vino tinto.
La Garbure: Una sopa elaborada con col y otras hortalizas, a la que a veces se le añade carne.
Productos regionales: Especialmente las setas y los espárragos blancos, además de las exquisitas ostras de la bahía de Arcachon, de distintas variedades que se suelen servir solas, con limón o incluso queso.
Otros platos típicos de la región son el entrecot a la bordelesa y el cordero de Pauillac à la Persillade. En cuanto al pescado, destaca la lamprea, que se pesca en el estuario del Gironda y el Dordoña.
Para reponer fuerzas rápidamente, que menos que probar los deliciosos crepes de Creperie Gourmands, uno de los restaurantes más baratos de Burdeos, especializados en dulces y galettes, crepes salados, elaborados con productos de primera calidad.
Imposible estar en Burdeos sin probar la especialidad dulce que ha deleitado a todos los gastrónomos durante siglos: el canelé. Se trata de un famoso pastelito caramelizado con corazón esponjoso y aroma de ron y vainilla. Lo encontrarás en casi todas las panaderías y pastelerías. Las marcas Baillardran y La Toque Cuivrée son las más famosas. Un pastel que simboliza la elegancia bordelesa, comenzando por el exquisito refinamiento de las pastelerías y tiendas donde se vende. Otro emblema dulce de Burdeos. ¡Elige los más dorados!
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Os dejamos con una frase muy bordelesa: “Si sales con hambre de Burdeos… la culpa será tuya”.
Nos ha encantado Burdeos, una ciudad fantástica para explorarla sin prisa, a pie, disfrutando de su calma y tranquilidad. Una ciudad cultural, innovadora, gastronómica, hospitalaria y sostenible, en la que su excepcional dinamismo se fusiona con un ambiente sosegado. Un lugar en el que en cada esquina encontramos el placer de vivir. ¡No te la pierdas!