Ciudades

SICILIA: UNA ISLA CON IDENTIDAD

Sicilia es una isla lo bastante grande como para intentar verla en una semana. Interesantes ciudades como Catania y Palermo se hallan a una distancia considerable. Además, situadas en el oeste, las islas Eolias son uno de los imprescindibles sicilianos y se merecen al menos tres o cuatro días. Dejando éstas fuera de la ruta, hemos explorado durante siete días el resto de Sicilia en un coche alquilado. En este artículo vamos a relatar el recorrido que hicimos por la costa este, en concreto las ciudades de Catania, Siracusa y la localidad de Noto. 

Por Nuria Araguás y A.B.s

Fotos cedidas por ©Evasión Diez

En los próximos números os contaremos el resto del itinerario donde descubrimos la grandiosidad de este destino, así como el carácter y la cultura siciliana, si además estáis planificando tan singular viaje.

CATANIA

Por detrás de Palermo, Catania es la segunda ciudad más poblada de Sicilia. En la costa este y a los pies del volcán Etna – uno de los más activos del mundo-, Catania se ha tenido que adaptar a los desastres naturales de terremotos y erupciones volcánicas. Entre las más catastróficas figuran las de los años 1169 en la que un terremoto asoló la ciudad; la erupción volcánica de 1669 que prácticamente la sepultó de lava; el devastador seísmo en el año 1693 que destruyó el 90% de los edificios y en la que perecieron dos tercios de la población. Como consecuencia, la reconstrucción de Catania desde 1693 partió casi desde cero. Fue rediseñada por ilustres arquitectos que aprovecharon la ocasión para copiar las técnicas del barroco triunfante en el continente, al que añadiendo algunas características propias, dio lugar a lo que se llamó “barroco siciliano”. Por este patrimonio arquitectónico, Catania es desde 2002, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

VISTAS CIUDAD Catania @Evasión Diez

Catania fue fundada en el siglo VIII a.C. por los griegos y a lo largo de su historia ha sido conquistada por numerosas civilizaciones que han dejado su impronta en la cultura catanesa. Romanos, normandos, bizantinos, árabes, suevos y españoles, han formado parte de su historia. Finalmente Giuseppe Garibaldi, conquistó Sicilia en 1860 comenzando la unificación de Italia.

En Catania se encuentra la primera universidad de Sicilia, fundada en 1434 por Alfonso V de Aragón, encontrando actualmente por toda la ciudad que muchas de sus edificaciones continúan restaurándose para llevarlas a su antiguo esplendor. Como ya hemos comentado, Catania es arquitectónicamente una monumental ciudad barroca.

De los romanos se conservan monumentos como el anfiteatro, el teatro, restos del foro, algunas termas o el odeón. 

En la época paleocristiana se originó la fervorosa devoción a Santa Ágata, patrona de Catania. La Santa, sufrió un cruel martirio por parte de los romanos y un año después de su muerte, a petición de los cataneses detuvo la lava a las puertas de la ciudad. Desde entonces es invocada para prevenir los daños del fuego y volcanes, y se la considera asimismo protectora de las mujeres. 

Durante el siglo XIX Catania presenta un progreso en el desarrollo cultural a nivel literario, musical y teatral. Cabe destacar la obra de su hijo predilecto, Vincenzo Bellini, autor de la ópera Norma y uno de los compositores más admirados de Italia. 

Abadía Santa Ágata @Evasión Diez

Mencionar que en referencia a éste, uno de los platos más típicos de Catania: la “pasta alla norma”, debe su nombre al compositor y su ópera. Está hecho con berenjena y ricota.

Continuando con la gastronomía siciliana, estrechamente ligada a su historia y cultura, destacar uno de sus ingredientes estrella, el pistacho de Bronte, también llamado el oro verde de Sicilia. Un producto con Denominación de Origen Protegida que encontraréis tanto en platos de pasta como en postres, tortas, turrones, cremas y donde menos lo esperéis, pero que fue todo un descubrimiento para nuestro paladar.

Con gran variedad de platos que encontramos por toda la isla, probamos los más tradicionales como los cannoli que son crepes crujientes en forma de barquillo y se hallan rellenos de crema de pistacho, nata, crema, chocolate…etc. Son deliciosos.

Otro imprescindible que nos sorprendió mucho y no conocíamos es la “granita”. Es una crema de helado pero más ligera que éste y más densa que un granizado. Lo hacen de todos los sabores incluido, como no, el pistacho y los locales lo toman con un brioche (a elección) untándolo con la granita. Delicioso para una merienda o incluso lo toman en el desayuno.

Por último, el pistacho es un sabor protagonista de cualquier heladería italiana, incluso en invierno. Aunque no siempre el pistacho utilizado es el de Bronte (ciudad situada a unos 55 Km de Catania), en el paso por Sicilia, no puedes dejar de probar este tipo de pistacho, en alguna de sus tantas presentaciones. 

Palacio Chierici. ©Evasión Diez

Otra de las especialidades son los Arancini. Se trata de una gran croqueta crujiente rellena de arroz y diferentes rellenos: ragú, queso y pistacho (las que más nos gustaron), espinacas…. Tienen formas esféricas o en forma de volcán (suponemos en homenaje al Etna). En Catania y en general en toda Sicilia, la comida callejera es la estrella… Os contaremos más en próximos números según avancemos por la isla.  Buon appetito!

Visitamos Catania a finales de septiembre en un vuelo directo que nos llevó al aeropuerto de Fontanarossa, a 8 km de la ciudad. Con una ruta de siete días ya marcada que terminaría en la ciudad de Palermo, y habiendo reservado las estancias previamente en distintos puntos de la isla, alquilamos un vehículo que recogimos en el mismo aeropuerto.

Encontramos muchas de las carreteras, incluidas las autovías, en restauración, formándose atascos que ralentizaban mucho los trayectos. La isla es además muy montañosa con grandes infraestructuras de puentes y túneles. En las ciudades principales, un tanto desorganizadas, se forman embotellamientos y el aparcamiento es complicado, por lo que recomendamos elegir bien la ubicación al alojarnos, a ser posible cerca del centro y puntos de interés. Así, una vez aparcado el vehículo y hasta el próximo destino, podremos movernos caminando, en bicicleta eléctrica o patinete, ya que el transporte público deja mucho que desear y el taxi puede resultar un poco caro. 

Hay que recalcar que la conducción siciliana es un tanto peculiar. Las normas comúnmente establecidas no suelen cumplirse por la mayoría de los conductores y hay que tener la mente abierta a cualquier maniobra. Al final, te acostumbras al hábito de los isleños, en el que rápidamente nos instruimos, aunque nunca nos dejó de sorprender. Como peatón pasa exactamente lo mismo  y tal y como nos comentó una guía catanesa, para cruzar hay que mirar a los ojos del conductor y echar el pie en la calzada con total decisión. Entonces pararán para que cruces, haya o no un paso de peatones, puesto que por lo general, éstos no son respetados. Nos hicimos a todo ello y finalmente conseguimos adaptarnos, que es de lo que se trata. 

Nos alojamos en el Hotel NH, situado en la plaza Trento, que dispone de aparcamiento privado, aunque dista un poco del casco histórico, la aplicación Lime y los patinetes aparcados frente al hotel, nos proporcionaron la movilidad necesaria para llegar a la Plaza de la Universidad donde nos encontraríamos con Ágata Vinci, una amena guía turística que habla el español perfectamente y con la que hicimos una inmersión en la historia y la cultura de esta parte de Sicilia. (Dejamos el contacto: +39 3478914470. aghy42@hotmail.com)

La Vía Etnea es la arteria principal de la ciudad. Una larguísima avenida de tres kilómetros que conduce al centro histórico de Catania y en la que se hallan importantes edificaciones y plazas de gran valor arquitectónico. Los festivos por la tarde permanece cerrada al tráfico, ideal para pasear, entrar en sus tiendas o degustar un helado de pistacho en las numerosas heladerías. La encontramos adornada de luces y elementos musicales con motivo del aniversario de la muerte del maestro Bellini. Descubrimos la Villa Bellini, el pulmón verde de la ciudad. Un parque público desde el que se obtienen hermosas vistas del mar, la ciudad y el Etna. Un lugar de descanso en medio del ajetreo de la urbe.

Vía Etnea. ©Evasión Diez

Continuando por la Vía Etnea hacia el centro hallamos, en una hondonada en medio de la Plaza Stesicoro, los restos del Anfiteatro Romano. Un semicírculo delimitado por los edificios contiguos que se extiende por debajo de estos y que parece estar datado del s. II a.C. Es el segundo anfiteatro más grande de Italia después del Coliseo de Roma. Conserva el corredor, que discurre por debajo de la ciudad. Su estado es desastroso debido al deterioro y a los pocos trabajos de conservación. Algunas partes del anfiteatro también son visibles en la Vía Manzoni.

Nos paramos a contemplar la hermosa Basílica della Collegiatta. Con una fachada sorprendente ejemplo del barroco siciliano, se accede por escalinatas. La iglesia fue reconstruida a principios del siglo XVIII, que como la mayor parte de la ciudad de Catania fue destruida por el terrible terremoto de 1693. 

En este punto, dejamos el patinete, la calle se hace peatonal y llegamos a la Piazza dell’ Universitá, una de las plazas más importantes y bonitas del casco histórico. Es una plaza emblemática y muy transitada donde se realizan numerosos eventos y actos sociales. Sentadas en uno de sus bancos contemplamos los “Palazzo” que la rodean y las monumentales farolas de bronce en los ángulos de la plaza. Reconocemos construcciones en la que cobra importancia la “piedra volcánica” que se utiliza en pavimentos y edificios de toda Catania caracterizándose por el color oscuro de las mismas. Se puede visitar el patio interior del Palazzo dell’Universitá, así como el del Palazzo San Giuliano, justo enfrente. Otro de los palacios que tiene la fachada mirando a la plaza es el Palazzo Gioeni d’Angió.

Piazza dell’ Universitá ©Evasión Diez

A unos 150 metros de la Piazza dell’ Universitá, se encuentra la Piazza del Duomo, el corazón de Catania. Es uno de los lugares más fotografiados en la que destaca la imponente fachada de la Catedral de Catania o Catedral de Santa Ágata, en cuya capilla se encuentra el cuerpo de la venerada Santa y en el que se halla enterrado el gran compositor catanés Vincenzo Bellini. Es obra de Giovanni Batista Vaccarini 1736, arquitecto encargado de muchas de las obras más reconocidas de la ciudad. En el centro de la plaza se halla uno de los símbolos de Catania, la Fuente del Elefante. Sobre la escultura de un elefante de roca lávica símbolo de la derrota de los cartagineses que llegaron sobre elefantes para conquistar la isla, se alza un obelisco egipcio, traído probablemente en la época de las cruzadas. Corona el monumento una cruz, la palma, y el orbe, representando la cristiandad junto a la insignia de Santa Ágata. Resulta una curiosa composición.

La Piazza del Duomo es una plaza colosal y destaca de nuevo los signos distintivos de la ciudad: la piedra lávica y el barroco siciliano. También alberga el Palacio de los Elefantes, sede del Ayuntamiento. No muy lejos de la Catedral y del palacio hay otro monumento que merece ser visitado, la Iglesia de la Abadía de Santa Ágata que se distingue por la imponente cúpula. Este edificio fue reconstruido sobre lo que quedaba del monasterio benedictino femenino de Santa Ágata. Aconsejamos subir a contemplar una de las vistas más preciadas, de la ciudad, de la plaza y del Monte Etna.

Fuente del Elefante. ©Evasión Diez

En la esquina suroeste de la plaza, se levanta la Fontana dell’Amenano que separa la Piazza del Duomo del rústico Mercado de Pescado. Esta espectacular fuente, esculpida en mármol de Carrara, fue creada por el napolitano Tito Angelini 1867 en honor al río Amenano, que en la antigüedad discurría por la superficie de la ciudad y en cuyas orillas los griegos fundaron la ciudad de Katáne. Al ser sepultado por la lava, el río asoma por algunos puntos estratégicos, como este, bajo la Fuente del Amenano. Una fuente admirable por donde fluye agua que se vierte en forma de cascada al río homónimo, perdiéndose bajo el pavimento.

Rodeándola, una escalera de roca volcánica conduce al célebre Mercado de Pescado o “Pescheria”, una de las visitas más pintorescas. Se trata de un mercado histórico al aire libre, muy bullicioso, de puestos con sombrillas, en los que principalmente se expone el pescado del día y marisco fresco. Está ubicado en una curiosa plazuela y los puestos continúan bajo un arco por el que se escucha el vocerío de los vendedores ofreciendo la mercancía. Es un sitio muy auténtico. Recientemente han abierto un establecimiento con mesas para degustar pescado frito que sirven en cucuruchos de papel. Sobre la calle han colocado miles de paraguas de colores para protegerla del sol. Desembocamos en una plaza que se halla también cubierta en la que se disponen sillas y mesas un tanto destartaladas. Los paraguas resultan muy vistosos ofreciendo una imagen divertida e instagrameable. 

Plaza de Catania. ©Evasión Diez

Llegamos a la Piazza Curro’ 6, donde nos esperaba una sorpresa en el restaurante A Putia d’Ostello, en el que además de degustar los apetitosos platos típicos sicilianos en buen ambiente, su sótano encierra una pequeña gruta por donde discurre el río Amenano. Si comes allí (que merece la pena), la entrada a ver la gruta es gratuita. Después de tomar un café siciliano (intenso sabor, siempre acompañado por un vaso de agua), bajamos a ver la gruta, que acomoda unas pocas mesas a la luz de las velas. Un curioso espacio que hay que visitar.

Recorrimos algunas callejuelas repletas de buganvillas que caen desde lo alto de las viviendas. Balcones con ropa tendida y vegetación nos muestran una pequeña parte de la vida local que se respira cerca de la Via Auteri, en la que se ubica el Palazzo Stella. Algún establecimiento ha colocado algunas mesas por las esquinas introduciéndonos en un ambiente un tanto bohemio.

El art Street se halla presente con dibujos de gente del barrio. En el muro de la Via Buscemi, aparece dibujada una mujer de colores intensos, que al parecer, trabaja o trabajaba en el local adyacente. Estamos en el Barrio del Castillo. Finalmente desembocamos en el Castillo Ursino, una fortaleza considerada inexpugnable, construida en el s. XIII, que se convirtió en la sede del Parlamento siciliano y luego en la residencia del rey Federico II de Svevia. Con un patio central y amplias torres circulares en cada esquina, resistió al terremoto de 1693. Para que nos hagamos una idea, en la época en la que el castillo fue construido se ubicaba en un acantilado sobre el mar. Las sucesivas erupciones volcánicas lo sitúan actualmente, a un kilómetro tierra adentro. Por el lateral podemos observar el foso relleno de lava como consecuencia de la erupción del Etna. El edificio alberga en la actualidad el museo municipal de Catania, así como una galería de arte.

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De camino a la plaza de San Francisco de Assisi, entrada a la famosa Via dei Crociferi, tomamos algo en Canusciasti, donde además del buen café, presenta una variada y apetitosa carta de tentempiés dulces y salados. Un sitio que recomendamos, muy agradable para reponer fuerzas.

La Via dei Crociferi, es una calle histórica de principios del S.XVIII que destaca por la cantidad de monasterios e iglesias de arquitectura barroca que conserva. Se accede bajo el  Arco de San Benedetto que une la iglesia del mismo nombre con el Convento de las Benedictinas. Encontramos la calle desértica, suponemos que como no hay comercios, poca gente la transita, creando así una atmósfera sobria. Entre la hilera de Iglesias tenemos la de San Benedetto, en la que nos recomiendan entrar a ver los frescos que alberga, la Iglesia de San Francesco Borgia, el Colegio de los Jesuitas y la Iglesia de San Giuliano, entre otros regios edificios religiosos. Una calle con mucho decoro y ambiente de tiempos pasados. Via dei Crociferi está protegida como Patrimonio de la Humanidad.

En contraste a la quietud de Via dei Crociferi, en las calles aledañas si se ubican algunos bares y locales de copas que se animan al caer la tarde. La Facultad de Derecho se halla al final de la Via dei Crociferi.

En la calle paralela, llegamos a la Tienda Frigeri. Tienda Frigeri es el nombre de un pequeño palacete de estilo Liberty (estilo arquitectónico de la primera década del siglo XX). Está situado en Via Manzoni y no pasa desapercibido no solo por su diseño floral, sino por estar asentado en el ábside de la Basílica Della Collegiata, ofreciendo una gran discordancia con la arquitectura barroca. 

Al atardecer, volviendo por la Via Etnea, en las calles adyacentes habían instalado algunos puestos de artesanía. Nos encanta ojearlos, puesto que siempre enseñan parte de la cultura popular. Pendientes y collares con motivos de los productos de la tierra que marcan parte del carácter local: naranjas, limones, chumberas, piñas, esculturas de piedra lávica y obsidiana, la curiosa bandera roja y amarilla con la llamada Trisketra. Un símbolo un tanto especial, que consta de tres piernas flexionadas que representan la forma de la isla y en el centro la cabeza de Medusa con alas y tres espigas de trigo que representan la prosperidad y los frutos de la tierra. 

Por último encontraremos por toda Sicilia una numerosa producción de cerámica característica de la isla. Con influencia griega, bizantina normanda y árabe, su máximo exponente, se presenta en un decorado jarrón en forma de cabeza de un moro. Es la famosa Testa di Moro, que se halla por todos lados adornando porches y balcones. Este tipo de artesanía encierra una historia de amor un tanto macabra que forma parte de la tradición popular siciliana.

La leyenda cuenta que en la época de dominación árabe (alrededor del año 1100), una joven siciliana se enamoró de un moro impresionada por sus promesas entregándose a él. Al poco tiempo, descubrió que el moro no era libre, tenía una esposa e hijos y debía volver a su casa. En venganza le cortó la cabeza y a plantó un brote de albahaca en su interior. Decidió colocarla en su balcón, dedicándose a cuidar la planta que crecía exuberante. Los vecinos, impregnados por el olor de la planta, encargaron hacer macetas de terracota con las mismas características.

Actualmente la cabeza del moro suele llevar una corona, en memoria del protagonista de la triste historia. Paseando por las calles de los centros históricos de las ciudades sicilianas es fácil encontrarse con estas maravillosas obras de arte. Su tradición es milenaria, muchos artistas se han inspirado en la antigua leyenda para crear obras de arte únicas e inimitables.

Paralela a la Via Etnea, la Via San Michele nos presenta una calle corta pero con mucho arte. Varias galerías exponen sus magníficas obras de asombroso diseño. El art Street se contempla a lo largo de la misma conteniendo mensajes de protesta, tolerancia e identidad. Una calle por la que aconsejamos pasar.

BERILLO. ©Evasión Diez

Nos dirigimos al Barrio de San Berillo. San Berillo fue un antiguo distrito del centro de Catania densamente habitado y lleno de talleres de artesanos. Con la restructuración urbana y el traslado del centro de la ciudad a la zona norte, perdió importancia hasta convertirse en un área degradada. Desde 2019,  gracias a jóvenes emprendedores, el barrio ha revalorizado su imagen transformándose en un espacio de interés cultural que atrae la curiosidad de turistas y locales, que disfrutan de este nuevo carácter artístico. 

Nos adentramos en bohemios callejones que desembocan en una agradable y curiosa plaza de bares y terrazas, es la Piazzetta Goliarda Sapienza que toma el nombre de una actriz, poeta y escritora italiana. En un callejón, los artistas han desplegado su ingenio en una original exposición al aire libre. Terminamos el día disfrutando de una cerveza local en este lugar tan dispar.  

Cenamos por la zona en un recomendable restaurante: la Trattoria di De Fiore. Degustamos una pasta casera hecha por la Sra. Rossetta con salsa de pistacho y a la que saludamos y observamos elaborando este sabroso plato en su cocina, rodeada de un entorno familiar puramente italiano. Una experiencia inolvidable.

SIRACUSA: Ortigia, una isla dentro de una isla 

El plan del siguiente día fue recorrer los 67 Kilómetros que nos separaban de una de las ciudades más bonitas de Sicilia, Siracusa y, en concreto, la isla de Ortigia, su casco histórico donde se encuentran la mayor parte de sus atractivos. 

Para visitar Siracusa hay que saber que la ciudad se encuentra dividida en dos zonas: la ciudad antigua, la Isla de Ortigia, y la ciudad nueva, en la que se halla su impresionante Parque Arqueológico de la Neápolis. Este parque es también un importante punto de interés donde contemplar la historia y las notables ruinas que ofrece. 

Siracusa © Evasión Diez

Nos dirigimos a la isla de Ortigia, el centro histórico fundado en el año 734 a.C. por los griegos. Es la ciudad donde nació el famoso ingeniero y matemático, Arquímedes. Dos puentes unen este pequeño islote a la ciudad nueva. Al estar limitado al tráfico y ser en su mayoría peatonal, recomendamos aparcar antes de los puentes y continuar a pie. Atravesamos caminando el puente Umbertino, en el que recogimos magníficas fotografías del pequeño puerto en el que se levanta un deslumbrante hotel de cinco estrellas que asemeja un palacete suspendido en el agua. Un pequeño y encantador trayecto que conduce a una plaza que además nos recibe con las ruinas del Templo de Apolo, de estilo dórico y el más antiguo de toda Italia. Dedicado al Dios Sol, lleva en pie más de dos mil años, y en su dilatada existencia ha servido como Iglesia bizantina, mezquita e Iglesia cristiana. Es uno de los monumentos griegos más importantes de Ortigia. En este centro neurálgico, encontramos guías, tuk- tuk, agencias turísticas y puntos de información a los visitantes. Tras negociar y consultar el recorrido, hicimos una primera incursión en tuk- tuk eléctrico al que se le permite acceder por las calles peatonales y plazas. También realizaba paradas y pudimos recrearnos en las áreas más emblemáticas. 

Nos internamos por las estrechas calles en la que se alinean edificios de color miel con balcones de flores, atrayentes tiendecitas y restaurantes. Situada en el centro de la Piazza Archimede se halla la sublime Fontana di Diana, una fuente escultural que plasma una escena mitológica: Diana en el momento en el que transforma a la ninfa Aretusa en agua (una leyenda que os contamos unas líneas más abajo). Es realmente un espectáculo de agua y figuras de las que estuvimos recreándonos un buen rato y disfrutando además del conjunto de edificios que la rodean. En el lateral, el Museo Arkimedeion, dedicado a Arquímedes, muestra las invenciones, descubrimientos y nociones del conocido matemático y físico griego que vivió en Siracusa entre 287 y 212 AC.

Nos adentramos por callejuelas con una bonita estampa del mar de fondo. En algunos edificios y viviendas sobresalen balcones de barandillas con forma exageradamente abombada en la parte inferior. Parece ser debido, al espacio que requerían las voluminosas faldas de los vestidos de las damas de la época. Tiene bastante sentido. 

En contraste a la oscuridad de los edificios de Catania por la utilización de la piedra lávica en la construcción, en Siracusa son de color claro al emplear piedra arenisca. 

La Piazza del Duomo ofrece un panorama monumental de palacios barrocos, iglesias y templos. Un emblemático lugar que tiene una luz especial y catalogado como una de las plazas más bellas de Italia.

El Duomo al estar erigido sobre un templo de la Grecia clásica se le llama también Templo de Minerva (para los romanos) o Templo de Atenea (para los griegos). Fue reconstruido y transformado en catedral (1728-1753) tras el terremoto del año 1693. Nos parece una auténtica obra de arte con una fachada de mármol y granito. Todo un espectáculo visual que presenta una mezcla de estilos de distintas épocas. Bien merece una visita al interior, para contemplar, entre otros, sus inesperadas y desconcertantes columnas jónicas y vidrieras.

En la Piazza del Duomo podemos asimismo visitar la Iglesia de Santa Lucia alla Badía, que alberga una magnífica obra de Caravaggio llamada el “Entierro de Santa Lucia”. 

Continuamos hasta la Fonte Aretusa, uno de esos lugares que se vuelven especiales al atardecer. Se trata de una pequeña laguna rodeada de plantas de papiro, en la que nadan algunas aves y que encierra una historia mitológica, que, como mencionamos anteriormente, queda reflejada en la Fuente de Diana

Cuenta la leyenda que el Dios griego Alfeo se enamoró locamente de la Ninfa Aretusa, que había prometido ser virgen toda su vida. Por este motivo rechazaba una y otra vez las pretensiones de Alfeo que no cejaba en su empeño por conquistarla. Aretusa decidió entonces huir a la isla de Ortigia, donde se transformó en una fuente. Alfeo por su parte, se convirtió en el río Peloponeso en busca de Aretusa. Así, las aguas del Dios rio van desde el Peloponeso hasta Ortigia para encontrarse con su amada.

Fuente de Diana ©Evasión Diez

En Siracusa crece la planta del papiro, al parecer, es el único lugar de Europa donde encontraremos esta planta. Es por esto, que encontraremos números bocetos y pinturas en este material por las tiendas de Ortigia. También se puede visitar el Museo del Papiro que nos ilustra sobre su extracción y producción. Aunque nos parece interesante, el tiempo manda y nos tuvimos que conformar con llevarnos un souvenir.

Los alrededores de la Fonte Aretusa son una maravilla. En uno de los restaurantes frente al mar, degustamos una fritura de pescado así como un más que complaciente tiramisú de pistacho, como no podía ser de otra manera. Un lugar muy apacible para empezar a recorrer el paseo marítimo hasta el Forte Vigliena, donde tomamos unas buenas fotografías de esta parte de la costa de Ortigia. 

Caminamos hasta la punta extrema de la isla donde se sitúa El Castello Maniace construido sobre un fuerte bizantino de 1038, que bien supo aprovechar el emperador Federico II y cuya reconstrucción se realizó en 1239. Su localización lo hace perfecto para defender la ciudad de ataques por mar. En su interior actualmente se realizan exposiciones temporales. Lo mejor que nos llevamos son las vistas y las puestas de sol que nos brinda. Se pueden visitar las zonas externas y la parte superior desde donde observar la ciudad y el espléndido mar que la rodea.

Creemos que pernoctar en Ortigia no hubiera sido mala idea, puesto que nos hubiera encantado recorrerla iluminada en la noche. Alojarse un día en este atractivo rincón hubiera sido un acierto más, ya que pasear esta pequeña isla es toda una delicia.

Calle Noto ©Evasión Diez

NOTO 

A 37 Kilómetros al suroeste de Siracusa se encuentra la localidad de Noto, una de las joyas del barroco tardío, junto a las localidades de Ragusa y Módica que nos quedaban más distantes. Por ello decidimos antes de volver a Catania, visitar el cercano pueblo de Noto con la poca luz que nos quedaba antes del anochecer.

Explorar los principales puntos de interés en Noto resulta fácil, ya que se hallan en su mayoría en la calle principal llamada Corso Vittorio Emanuele, a la que accedimos por un hermoso arco del triunfo: la Porta Reale.

Admiramos las grandiosas fachadas barrocas de los numerosos edificios religiosos. Tienen una forma convexa e impresionantes y empinadas escalinatas hacia el portón principal. En algunos tramos se abren plazas rodeadas de edificios de reluciente tonalidad dorada. Algunas construcciones están ornamentadas de esculturas. Es un lugar que encierra muchísima belleza, rico en arte y Patrimonio de la Humanidad. El edificio del Ayuntamiento es también digno de admirar.

Como curiosidad y guinda del pastel tuvimos la posibilidad de ver dos bodas en diferentes puntos de la artística avenida. El centro de las inclinadas y anchas escalinatas se cubrieron de una alfombra blanca con flores laterales en cada escalón. Engalanados invitados accedían por las calles adyacentes, ya que la principal es peatonal. Disfrutamos mucho observando en tan hermoso marco los preliminares del evento. Una escena de las grandes películas del cine nos viene a la memoria: “El Padrino”. 

Ayuntamiento Noto ©Evasión Diez

Estuvimos en Noto unas dos horas, disfrutamos lo suficiente para felicitarnos por la escapada a este sitio tan particular y en el que se respira tanta serenidad. El anochecer lo convirtió en un lugar de novela. 

A tener en cuenta…

No hay muchos cajeros fuera de las principales ciudades. 

En cuanto a seguridad no tuvimos problemas pese a la sombra de la mafia que persigue a la isla. De todas formas conviene pasar desapercibidos especialmente en algunos barrios de las grandes ciudades como Catania y Palermo durante la noche. 

El coche alquilado nos permite visitar lugares donde el transporte público no llega.

Nos encontraremos gente que nos quiere cobrar por aparcar. Aunque nos parezca ilegal no merece la pena correr el riesgo y encontrarse problemas.

No hemos terminado de relatar aún las visitas en la costa este de Sicilia, el espacio no nos da para más y hemos dejado para el próximo número la subida al Monte Etna, la fascinante Taormina y ya en la costa norte, uno de los pueblos mas bonitos de Sicilia, Cefalú. ¡no os lo podéis perder!